Por Roberto Sosa López
Raras y extrañas las circunstancias que rodean su muerte. El médico John O. Mathew quien fue su mejor amigo, contrata al detective Morgan para que investigue quien mató al Sr. Morton, perdió la vida por un balazo en el pecho. A partir de este momento Morgan se encarga de buscar al culpable, el principal sospechoso es un payaso con quien Morton sostuvo una relación secreta.
Morgan interroga al payaso quien niega ser el asesino, para probarlo se pone un sombrero mágico, con éste en su cabeza confesará toda la verdad; lo usa el payaso y nada, él no mató a nadie; lo usa Morgan y revela secretos inconfesables. Convencido de la magia del sombrero se dedica a la tarea de interrogar a los vecinos del edificio. Todos son sospechosos. Con el sombrero encima de su cabeza en cada inquilino, Morgan armará el rompecabezas.
La autoría y dirección son de Martín Zapata (Soneto para dos almas en vilo, Camino a Fort Collins, El convivio del difunto, El dolor debajo del sombrero), la historia la sitúa -como en otras anteriores- en una ciudad de los EE. UU. y décadas atrás. Esta se desarrolla en Los Ángeles, California, en 1949. Su dramaturgia construye personajes ilusorios que a través de la farsa y la pantomima cuentan el relato.
Con el escenario desnudo, Zapata se recarga en las actuaciones y corporalidad del elenco. De forma exacta cuida el tono y movimiento de los actores; utiliza la pantomima como recurso para hacer la representación. La pantomima es un subgénero dramático sin diálogos, ni palabras, acá los actores la utilizan para habitar el espacio, contar al relato y crear la ficción.
Llama la atención el numeroso elenco que participa –solo los grandes musicales y en algunas ocasiones la Compañía Nacional de Teatro presentan obras con gran reparto- lo conforma: Rodrigo Vázquez, Arturo Barba, Sofía Sylwin / Andrea Méndez, Hamlet Ramírez / Antonio Trejo Sánchez, Fátima Favela, Carlos Patrick Casanova, María Antonieta Hidalgo, Rodrigo Hernández, Lariza Juárez, Austin Morgan, Amaya Blas, Alex Guerrero, Karen Furlong, Juan Pablo de Santiago y Paulina R. Menéndez.
Cabría decir que es un elenco en el cual todos trabajan en el mismo nivel, esgrimen acertadamente el tono e índole que el autor dio al texto. Parte de ellos pertenecen a la compañía Los Tristes Tigres, otros fueron invitados; inmediatamente acoplaron talento, idoneidad y disciplina. Todos están excelentes, no podría decir que uno lo hace mejor que otro, es un equilibrio actoralmente integro.
El insólito caso del Seños Morton es como hojear una novela policiaca “políticamente incorrecta”, un comic escénico bien realizado; detrás de este divertido relato están inmersos temas delicados y fuertes como la pedófila, zoofilia, el exhibicionismo, voyerismo y la prostitución entre otros. Todo sucede en un espacio vacío donde la entelequia de los asistentes lo llena todo.
Cabe destacar el trabajo de Eduardo Mier en el diseño de iluminación; el edificio donde se desarrolla esta historia el espectador lo tiene en su imaginación gracias al trabajo de Mier; pasillos, escaleras, ventanas y habitaciones son creados por la excelente iluminación. Vestuario (de época, muy teatral), Giselle Sandiel; diseño de maquillaje y peinados, Nash Mora; diseño sonoro Joaquín López Chas.
Producción Los Tristes Tigres Compañía; producción general, Adrián Vázquez.
Las funciones son en el Teatro del Bosque Julio Castillo del Centro Cultural de Bosque, de jueves a domingo hasta el 12 de mayo.
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