Por Viridiana Nárud
@viridianaeunice
La Jauría es una obra de teatro documental la cual narra la historia el juicio que se le hizo a “La Manada” en España en donde no se pretende mostrar más que el ángulo de la víctima re victimizada según las propias palabras utilizadas por el autor. En un discurso inicial se le plantea al espectador que lo que verá a continuación es una serie de transcripciones del juicio que se le hizo a “La Manada” en donde la víctima fue revictimizada por estos jóvenes españoles. Lo cierto es que a partir de ese prólogo nada queda a la imaginación del espectador y su capacidad crítica quedará anulada ya que es muy difícil hoy en día cuestionar el papel de la víctima sin que aquel que cuestiona sea visto como enemigo, malo o sea incorrecto.
En su intención dramática y de dirección me parece importante cuestionar el por qué desde un inicio se le impide al espectador generar un juicio propio de quién es o no la víctima, incluso desde la actuación quedan nulificados los matices o intenciones de los actores, sólo juegan un papel: víctima o victimario. Se encuentran limitados desde su concepción. Al espectador, que ha sido advertido con enojo desde un inicio acerca de los hechos traumatizantes, sólo le queda aceptar a la víctima sin cuestionarla.
A lo largo de mi labor cómo crítica he aprendido a escuchar lo que dice el público a terminar la obra, de ellos saqué la siguiente información:
Baños Teatro Milán:
Una mujer dentro de los cubículos del baño: ¿Saben qué me desesperó? Lo que la mujer respondía, era inverosímil.
Compañera: ¡Cállate! ¡Es la víctima”
Misma mujer dentro del baño: Pero es que lo que decía… yo hubiera respondido diferente…
Compañera: Es una verdadera víctima. Tú no puedes decir nada.
La mujer se calla, sale, lava sus manos en absoluto silencio.
Mi pregunta es: ¿Por qué no podría sentir desesperación respecto a las respuestas de la víctima? ¿Por qué sólo se debe aceptar un lado de la historia? ¿Qué no se pierde la capacidad crítica y narrativa al ver sólo un lado de la historia?
Jauría a un nivel dramático y es por ello que vamos al teatro, carece de toda acción y conflicto. Las acciones están ya predeterminadas y el conflicto está resuelto desde el inicio: ella es víctima y ellos son culpables. Es cierto que el propósito de esta obra es documental, pero también exponer a la víctima y su dolor. No se re significa a la víctima en esta obra ni se le da poder alguno, sólo se revictimiza infinitamente.
Por estos motivos Jauría no sólo es una obra documental sino también un melodrama. Todo está a favor del bueno, pero este favor se lo debe a la victimización del personaje, al anuncio inicial a la culpa del espectador en caso de que piense diferente y no sienta empatía por el inocente. A nivel psíquico identificarse sólo con el arquetipo de la víctima deja al sujeto desprovisto de cualquier poder para dejar de serlo. Si existió un arco dramático en la vida real del personaje no lo sabemos, porque esta obra no lo muestra. Supongo que sí porque hubo cambio de leyes que permitieron enjuiciar a la Manada y darles una pena más larga. Pero insisto, desde el constructo narrativo, de dirección y actuación eso no queda claro.
Últimas funciones de Jauría los lunes 20:30 hrs. en el Foro Lucerna hasta el 16 de enero de 2023.
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