Por Roberto Sosa López
En esta obra no son inspiración para la creación o el arte; ni son divinidades que se relacionen con artista alguno. En un momento accidental de la historia dos mujeres coinciden en una pequeña capilla, son Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario. La obra propone el encuentro de dos mujeres transcendentales en el movimiento de independencia de México. El diálogo entre ambas develara intimidades.
Cuatro actrices desarrollan a dos personajes históricos; la importancia de su participación, y el papel de las mujeres en la lucha armada, son el eje temático de la obra. En la ficción teatral y dentro de un ambiente sombrío, las mujeres aparecen como espíritus en un encuentro con el pasado.
“En la historia ellas se encuentran accidentalmente y llevamos este encuentro antiguo al futuro, mostrando que ha pasado con las mujeres de la Independencia, nos adentramos a un túnel del tiempo…”: Abraham Oceransky, autor y director de la obra. El trabajo del maestro Oceransky es espléndido en la dramaturgia y puesta en escena. Los elementos que la componen fusionan un espectáculo asombroso.
Sobre el escenario se habla del movimiento armado que inicio Miguel Hidalgo con dos mujeres a quien la historia les ha reservado un lugar relevante. Y es así mismo un fantasmagórico espectáculo lleno de sombras, luz, texturas y colores sombríos. Cabe destacar la pertinencia que tiene el montaje al estrenarse en un año donde se conmemoran dos siglos de la consumación de la Independencia de México.
Las actuaciones son de Judith Inda, Érika de la Llave y Gabriela Núñez pertenecientes al elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro, y la participación de Astrid Romo, actriz invitada. Sin duda un reparto de primera. El talento y profesionalismo se hace presente sobre el escenario con cuatro magníficas actrices; personalidades distintas convergen en estas dos históricas mujeres.
Musas es teatro que respeta sus convenciones, íntegro y concertado . El diseño de escenografía (Anabel Altamirano) e iluminación (Melisa Varish) recrean una atmósfera fantasmal que se adhiere al relato. El vestuario de época (Adriana Pérez Solís) se agrega y complementa con la estética de la obra. Sin duda una puesta en escena bien lograda.
La obra se presenta en el teatro El Galeón Abraham Oceransky de jueves a domingo en los horarios habituales, hasta el 31 de octubre.
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