Por Roberto Sosa López
La metáfora es el suicidio con forma de ballena. ¿Qué pasa por la cabeza de alguien que se quiere “salir”? ¿Por qué quitarse la vida? Sylvia Plath, Virginia Woolf o Robin Williams son algunos famosos que decidieron por el suicidio como una forma de escapar, irse de este mundo.
El artista conceptual neerlandés Bas Jan Ader indagó el arte a través de la fotografía, video y performance. Por lo regular se filmaba perdiendo el control, se dejaba caer de un árbol, a un riachuelo, de un tejado. En 1975 realizó su última acción, subió a un bote y se fue a la deriva en el mar; el bote fue hallado, el cuerpo de Ader no.
La dramaturgia (Ana Vértiz) toma estos elementos para articular el texto. Un monólogo que tiene como eje dramático el suicidio. La protagonista es una joven que transita por los intrincados caminos de la mente del suicida.
La actuación es de Belén Mercado, buen trabajo sin duda; narra, se mueve por el escenario, le habla al espectador. Interactúa con un dummie que simboliza la ausencia, el vacío emocional al cual se abraza. La experiencia de Belén con personajes de esta índole es evidente, los construye de forma espléndida.
La dirección es de Manuel Cruz Vivas, junto con Mercado forman el colectivo Monosabio. Han trabajado juntos, se conocen bien, hay empatía, saben lo que quieren decir y hacer sobre el escenario.
La puesta en escena fusiona la multimedia, música y voz en off, elementos bien conjuntados. Sin duda es una obra bien lograda.
Yo luché contra una ballena en la cataratas del Niágara es buen teatro hecho por jóvenes que abordan un tema difícil como es el suicidio. No es para salir alegre, al contrario es deprimente, si a esto apostó el equipo, lo lograron… bien logrado.
Iluminación y escenografía, Alejandra Escobedo; vestuario, Sergio Mirón; video documental, Lau Charles; video proyección, Daniel Primo. Las funciones son en La Capilla Teatro los martes a las 20:00 horas del 9 al 30 de noviembre.
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