Por: Roberto Sosa López
El título es quizá un poco largo para una obra de teatro, el texto está inspirado en la novela “Canción de tumba” de Julián Herbert. La historia narra la vida azarosa de Guadalupe, una prostituta enferma de leucemia, El relato lo hace su hijo desde la soledad, descrita con mucho amor, dolor y tristeza. Un viaje a través de la memoria para recordar lo que fue su madre y el dolor que le provoca ver como su vida se extingue.
Belén Aguilar y José Juan Sánchez escriben la dramaturgia; Belén dirige y José Juan actúa. La obra se apoya en la multimedia para traer de manera virtual al escenario a Guadalupe, interpretada por Lorena Glinz. Este formato le da espacio al actor para trabajar este unipersonal lleno de matices. Sánchez realiza un buen trabajo bajo la conducción de Aguilar, en la realización ambos miran hacia un mismo objetivo, el resultado está bien logrado.
La puesta en escena dialoga con la nostalgia a través de la música y una pantalla, la canción Flores negras evoca a Guadalupe en sus mejores tiempos. Su hijo atestigua la aventurada vida de su mamá; hoy postrada en una cama de hospital su vida se desvanece poco a poco; él evoca el pasado para mitigar el dolor ante su inminente final.
Sin duda es una buena obra; actuación, texto, producción y bien dirigida, sin embargo es un relato oscuro, que versa sobre el dolor y muerte. En lo personal hoy este tipo de obras preferiría no ver; los tiempos que hoy vivimos nos tienen la piel sensible y el alma constreñida. No obstante es una obra que recomiendo mucho.
Escenografía e iluminación, Jesús Giles; música original y diseño sonoro, Cristóbal Maryán. La compañía El Mirador la presenta de lunes a domingo (excepto el miércoles) en el teatro El Galeón Abraham Oceransky los lunes, martes, jueves y viernes a las 20:00, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 horas hasta el 30 de junio.
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