Por Roberto Sosa López
Además del polvo, es la resonancia que deja una demolición. La familia de Emiliano guarda un secreto que ha dejado rastros; como el polvo que se guarda debajo de la alfombra, la omisión de la familia se esconde entre los muros, los habitantes de esta casa se deconstruyen cuando inicia el derrumbe. La realidad se deforma, el expresionismo toma el escenario.

El fantasma del padre aparece y toma su lugar, sentado en la silla lo rodean los miembros de la familia; Emiliano prometió guardar silencio, existen secretos que nunca se podrán revelar. El relato es ambiguo como lo son los habitantes de esta casa; sin embargo todo cambia y el misterio se diluye, una vuelta de tuerca, un personaje ataviado como un sacerdote sale de la ficción y habla con el público.
Patricia Martínez Pedreguera escribe el texto, obra ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2023. La dramaturgia podría decir que tiene dos lecturas; la primera es poderosa con escenas que abrazan la ficción desde la realidad. En la segunda el sonido de una guitarra ejecutada por un religioso, es lo que provoca el derrumbe, el polvo que derriba paredes y personajes.

La dirección de escena es de Paula Watson, su trabajo es interesante, inteligente, en principio por la lectura que da al relato y cómo deduce el texto. Las escenas que monta al principio son potentes, impresionantes; dicta criterio y aptitud sobre el escenario y con el elenco. El buen momento que atraviesa como directora y actriz queda de manifiesto en esta puesta en escena. El resultado está bien logrado.
Actúan Jesús Hernández, Laura Padilla, Pedro Martínez, Amanda Schmelz, Medin Villatoro, Estefania Norato y Gustavo Schaar, pertenecientes al elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro. Garantizan talento y capacidad, cada personaje tiene la personalidad que cada uno le imprime; la representación tiene en este reparto los ideales para la creación.
Sobre el sonido de un derrumbe nace desde la inquietud y provocación, es teatro vanguardista, erigido desde otro lugar; deja lo tradicional. Es resultado –datos del boletín de prensa- de un proceso de interpretación y descubrimiento de la trama y sus protagonistas. Las presencias y voces de Jóvenes, maduros y de un adulto mayor se amalgaman dentro de los muros de una casa para hablar de sus heridas.
Dirección de arte, Kay Pérez; escenografía, Anabel Altamirano; iluminación, Melisa Värish; vestuario, Libertad Mardel; música original y diseño sonoro, Yurief Nieves y Edwin Tovar. Es una coproducción del Centro Cultural Helénico y la Compañía Nacional de Teatro. Le queda una función hoy a las 20:00 horas en el Foro La Gruta.

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