Por Roberto Sosa López
Una mujer samurái busca a su hija; Hana perdió a Hanaku, secuestrada por el dragón Yamata-no-Orochi, monstruosa serpiente gigante de ocho cabezas y ocho colas. Hana no se rendirá hasta encontrar a su hija, va en busca del valle de las mariposas blancas, sitio donde son llevadas por Yamata; cruza un bosque donde habitan seres mágicos como las hojas de un árbol que recitan poemas. La travesía la realiza con una muñeca que carga en su espalda, con ella intenta llenar el vacío que dejó su hija.
Mariposa Blanca es autoría y dirección de Israel Ríos quien toma a un monstruo de la mitología japonesa para articular la historia; Ríos llena el escenario de elementos que abren la imaginación del espectador. El espacio es una caja negra por donde transita el relato, se trata de una obra de pequeño formato que convenientemente la adapta al lugar, utiliza pocos elementos escénicos y un excelente diseño de iluminación. Logra un buen resultado.
La actuación es de Alondra Mina, su interpretación es con fuerza, ritmo y solvencia; habita un personaje complejo, de forma idónea se preparó para encarnar una mujer cuya cultura, costumbres y tradiciones se encuentran en las antípodas; con talento Alondra solventa el complicado desafío que el personaje le demanda. La acompaña en la escena Priscila Acosta en el manejo de objetos.
Mariposa blanca es un relato que protagoniza una mujer que hace lo posible por recuperar a su hija; la analogía con los desaparecidos en México y las madres que buscan a sus hijos es más que pertinente en nuestro tiempo. La imaginación nos trasportó con Hana hacia el país del sol naciente, el tema nos trae de golpe a nuestra realidad. El teatro tiene el poder de acercar culturas y contextos distantes en un mismo escenario.
Música, Aura Salazar; vestuario, Julio Chaves; escenografía, Erika López Medina. Producción Teatro LUNAR. Las funciones son en el Centro Cultural El Hormiguero los días 17, 24 y 31 de enero a las 20:00 horas.
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