Por Sandra Garibaldi.
Luis XIV, el “Rey Sol” poseía piernas largas y se sentía orgulloso de lucirlas. Un día de 1660, decidió que sus zapatos fueran de tacón “se curvaban con gracia logrando una imagen femenina más suavizada y esbelta” y posó en un cuadro con zapatos de tacón rojo, costumbre permitida exclusivamente entre el papado de la iglesia católica. Aquel fue el mejor pretexto para comenzar la separación iglesia - estado. Luis sabía de la fuerza, jerarquía y estatus que los zapatos rojos significan.
En “El Mago de Oz”, Dorothy golpea tres veces sus brillantes zapatos rojos implorando “no hay lugar como el hogar” esperando llegar a casa. Hans Christian Andersen en su cuento 'Los zapatos rojos' les da inmoralidad, objeto de ambición y pecado: una niña pobre que no puede ni pagarse unos zapatos y una anciana que le regala unos rojos, sin darse cuenta que con ello, terminará inmersa en una espiral de egolatría y perdición. En el ballet 'The Red shoes', una bailarina es “hechizada” por unas zapatillas rojas que no le permiten parar de bailar hasta morir.
En los años 30´s una mujer baila sobre un escenario, canta y abraza a la vida; mientras gira, su vestido rojo se mueve, parece que vuela y sonríe; al terminar su canción y levanta su pie izquierdo en señal de picardía mostrando sus hermosos zapatos rojos…parece feliz, que nada importa, porque mientras cante y baile, es libre.
Calzar de rojo se asocia a lo indecente, lo sabe muy bien Sara Salomón, diseñadora de vestuario de INDECENTE puesta en escena escrita por Paula Vogel, bajo la dirección de Cristian Magaloni que recientemente tuvo su temporada en el teatro Helénico de la CDMX.
Diseñadora y maestra ha diseñado para más de 200 proyectos de danza, teatro y ópera, Sara ha colaborado con la Compañía Nacional de Danza, Compañía Nacional de Teatro, Compañía de Danza Judía en México, la conmemoración del 80 aniversario del Palacio de Bellas Artes, el Ballet Teatro del Espacio, entre muchos otros proyectos y creativos colaboradores “el tema de los zapatos era muy importante para mí, hicimos muchas pruebas, tenían que tener la comodidad y practicidad del bailarín…” “sabía muy bien el poder del montaje, de su éxito en Broadway, pero yo nunca quise ver nada…”
El proceso de creación vio mil y una contrariedades, desde técnicas hasta pandémicas…la tremenda pérdida de Eloy Hernández una parte fundamental de la producción, el encierro y la posterior paralización de toda vida pública a lo largo de 3 años fue mermando en el tiempo, pero no en la creación.
“Razones tristes y dolorosas marcaron muchas perdidas en INDECENTE. Hicimos muchas sesiones por zoom muchas pruebas y definiciones para cada actor y cada personaje, fue una experiencia maravillosa. Al final Cristian Magaloni entro a la dirección escénica y volvimos a empezar desde cero…”
Para ella era fundamental el calzado “calzar a Majo Pérez, actriz que interpreta a 6 distintos personajes y hacerla ver de manera veraz, práctica y hermosa era muy importante, su calzado fue un descubrimiento muy poderoso, con mucha personalidad…y no solo a ella, a cada uno de los intérpretes y sus distintos personajes. Cada elemento de las prendas que conforman el diseño de vestuario es real: en la transformación de policía a rabino, el talid es original y así realmente se ven para dar su sermón”.
El vestuario de Sara es cálido y hermoso: los zapatos, el abrigo, el talid, la diadema, la estrella de David bordada: bodegas privadas, herencias, préstamos personales, materiales casi originales o lo más parecido a las épocas que ronda la historia “que el espacio escénico también esté ligado y se fusione con mis vestuarios es maravilloso, el trabajo de Emilio es fascinante, me gusta que las telas se muevan que tengan su propio movimiento, el vestido rojo habla de libertad…”
Con un mínimo de presupuesto, pero con mucho trabajo y experimentación detrás, darles veracidad a tan diversas fuentes de donde conseguir vestuario, fue un reto y Sara lo logra con profesionalismo, buen gusto y delicadeza, los personajes hablan por sí solos de pies a cabeza y lejos del preciosismo o efectismo, cada prenda ejerce control de acción y pensamiento, tiene su porqué y para qué, su propio valor, significado e historia.
La comunicación con Cristian fue a través de las texturas, “para mí fue increíble, experimente con muchas texturas y colores. Llevaba a los ensayos maletas de rueditas llenas de muestras y veíamos cada una, le decía: de esta tela quiero este vestido y así fue el proceso, personaje por personaje”.
El montaje gira en torno a la obra de Sholem Asch El dios de la venganza es el viaje de una compañía de actores y de su obra de teatro durante varias décadas, el montaje habla sobre temas tan dolorosos como actuales: discriminación, fascismo, holocausto, la lucha constante del ser humano por el teatro y sobre todo por el amor. En tiempos de guerra vemos a actores trabajando y repartiéndose siempre de manera amorosa las migajas de pan.
Sara habla con pasión de cada prenda, sombrero, abrigo y de cada parte del proceso creativo del montaje: platicar con la maestra Sara Salomón es sumergirse en colores y texturas, en teatralidad, en creación inteligente y amorosa cargada de discurso y significado.
Un montón de abrigos caen al piso, son los actores quienes los dejan caer por su propio peso, el golpe es seco, un peso muerto…esos abrigos, tienen una estrella de David bordada del lado derecho…esos abrigos, ese “peso muerto”, se redimensiona, se resignifica…silencio total…
Sandra Garibaldi
Diseñadora de vestuario, maestra y artista social. Se especializa en educación, moda y reinserción social a través del arte y en la coordinación de actividades artísticas y culturales con enfoque en cultura de paz y vínculo comunitario.
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