APRENDER A NADAR
- Carmen Zavaleta
- hace 6 días
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Por Carmen Zavaleta
La actriz Ana Banderas y el director Aaron Zamora realizan un intenso e interesante trabajo en el unipersonal Aprender a nadar, que esta semana termina su segunda temporada en el Centro Cultural El Hormiguero de la Ciudad de México.
Escrita por el mismo Zamora la obra es el relato de una joven profesionista que intenta nadar, sumergirse en la profundidad que le ha significado retos, alegrías y desasosiego. Escénicamente la acción es poderosa porque no se trata solamente de una mujer frente al agua, en realidad es una metáfora de la incansable lucha de la protagonista quien se mueve en medio de la depresión e intenta viajar de una orilla a otra en su propia vida.

Para la acción el diseño escénico de Valeria Paulino nos ubica ante una silla acotada a los lados por la iluminación; la propuesta es un acierto pues sintetiza los espacios donde habita la protagonista a quien se ve durante toda la puesta sobre la silla, en traje de baño y gorra. La joven habla directamente con el público de su día a día, una vida adulta que recién inicia y en la que poco a poco el desinterés, la monotonía laboral, y el dolor emocional se han gestado hasta normalizarse. Sin duda este es una fortaleza de la en la dramaturgia, pues pone sobre la mesa la astuta y devastadora manera que tiene la depresión para instalarse en la existencia, hasta ser motor de la inmovilidad.
Gradualmente Ana Banderas se sumerge en la oscuridad, nombrándola como un hecho, lo que consolida la anécdota porque no se trata de una historia basada en el sufrimiento, está vista desde la más profunda honestidad, lo que crea la empatía y la inevitable identificación con el personaje, y subraya la importancia de aceptar que la depresión existe y que es un problema de salud.
Ana construye un universo íntimo que transita entre las clases de natación, el mar, su cuarto, su cuerpo, su memoria y su mente, esta última poco a poco se posiciona como la protagonista al estilo de una prisión de la que es imposible salir. Observar cómo transita por los diversos estados de ánimo da cuenta de un trabajo detallado en el entendimiento de las circunstancias del personaje. Es evidente el compromiso de la actriz con el hecho teatral, pues a la par de su potente desempeño emocional está su trabajo corporal que revela un entrenamiento físico bien orientado hacia la acción y la concentración.

La obra conjuga a varias voces que la potencian: aquí no se trata de encontrar la razón de la depresión, se trata de un concierto en el que convergen las exigencias y las expectativas de personajes como la madre de la joven; el entrenador y el amor, mismos que se conjugan y se materializan en una mano que la protagonista describe como uno de los mayores obstáculos en su nado, aquello que no la deja avanzar a pesar de sus esfuerzos.
Aprender a nadares de Tierra de Fuego Teatro, ojalá tengan más funciones porque es un trabajo que hay que ver. Se presenta el próximo viernes en El Hormiguero, ubicado en Gabriel Mancera 1539, colonia Del Valle, 20 h. Duración 75 minutos, localidades $300. Boletos en taquilla y boletópolis.com. Adolescentes y adultos.

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