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  • Foto del escritorRoberto Sosa López

EL PADRE

Por Roberto Sosa López


Progenitor o patriarca; en su hogar no encuentra sus cosas personales, su reloj de pulsera es algo que no se permite perder, el tiempo para él es muy importante. Culpa a la sirvienta, cree que le está robando sus pertenencias. Su hija Ana le sugiere buscar dentro del horno, en ocasiones allí lo resguarda, y sí, ahí lo tenía escondido. Ana tiene algo importante que decirle a su padre, pronto se casará y se ira a vivir a otra ciudad. Lo dejará a cargo de una asistente personal.


EL PADRE. Foto cortesía de la producción

Bajo esta premisa inicia el drama, Andrés está perdiendo la memoria, con su avanzada edad avanzó el alzheimer; Ana no lo quiere dejar solo, contrata a Laura, una joven enfermera que de forma particular lo cuide y atienda. Al quedar solo, llega una mujer, dice que es su hija, él no la reconoce, tampoco a quien dice es su yerno. Algo está pasando en su casa, alguien esconde su reloj y cambia los muebles de lugar.


 De Florian Zeller, la obra indaga la psique de un anciano que poco a poco va perdiendo la memoria; explora la intrínseca soledad y vacío que vive el protagonista. La dramaturgia de Zeller estremece por su perturbadora realidad. El relato toma de la mano al espectador para que junto con Andrés recorran el vacío que es expande por su mente. Espectar este drama es estar ante la atroz realidad que viven miles de personas que padecen alzhemimer.


La representación la hace un grupo selecto de buenos actores de teatro: Luis de Tavira, Fernanda Castillo, Alfredo Gatica, Emma Dib, Ana Sofía Gatica (Fia AnaSofia HG) y Pedro De Tavira Egurrola. Es un elenco homogéneo que realiza un trabajo impecable. Con su actuación Fernanda transparenta la sicología de Ana, estudió muy a fondo su personaje; bien Pedro y Alfredo, confunden al anciano no sabe quién de los dos es el yerno; Emma demuestra experiencia y sapiencia y Sofía, su juvenil presencia contrasta con la edad avanzada del protagonista.


Mención aparte está el trabajo del maestro Luis de Tavira. Creo, supongo que ya no dirige, ya no está en la pedagogía, ni está trabajando dramaturgia alguna; ya dejó atrás los problemas y desafíos que la CNT le demandaba. Hoy nos sorprende con una actuación impecable y soberbia, de antología. Da vida a Andrés desde la convicción, desde el talento, con honestidad, fuerza y rigor. El público que lo ve ríe, llora y termina de pie ovacionándolo.


La dirección es de Angélica Rogel, un talento más añadido a la puesta en escena; bajo su conducción todo sobre el escenario se mueve con exactitud; comprende correctamente la personalidad de cada personaje y lo trabaja junto con el actor. Rogel no se pone por encima de la producción, ni del trabajo actoral; el montaje refleja su buena labor y la empatía con todo su equipo La obra es redonda, el resultado está bien logrado.


El padre es teatro donde el realismo lo sobrepasa todo; la crudeza del texto nos subvierte. Uno puede imaginar y sentir lo que este hombre ve y siente. Sin explicación el enfermo nota que muebles y paredes cambian, lo mismo el espectador; ve gente que no sabe quién es, confusión que trasfiere a los asistentes, es así que uno termina trastocado y enmarañado como Andrés, y dolorosamente sin saber realmente dónde está y con quién.


Escenografía, Jorge Ballina; iluminación, Ingrid Sac; música original, Hans Warner; vestuario, Natalia Seligson. Producción Alejandro Gou, Guillermo Wiechers y Óscar Uriel. Las funciones son en el teatro Fernando Soler del Centro Teatral Manolo Fábregas, los viernes a las 20:30, sábados 18:00 y 20:30 y domingos a las 18:00 horas hasta el 21 de enero de 2024.



EL PADRE. Foto cortesía de la producción

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