Por Roberto Sosa López
Fragmentados, quebrantados por un papá violento que los golpeaba y lastimaba a la menor provocación. Julián fue el objeto de su violencia, a quien más vulneró; Julián decidió guardar silencio como una forma de protegerse, un muro silente que nadie pudo traspasar. Hoy su hermana mayor se encuentra con una colección de fotos que él guardó, las imágenes la regresan a la época cuando su hermano hablaba.
"Entre los rotos" es una historia que se teje en el dolor, donde habitan recuerdos que le hablan de su casa, su familia, su infancia en Veracruz. En cada fotografía intenta encontrar un significado, ¿Por qué las guardó, qué quería decirle…? Hay más preguntas que respuestas. Desde el dolor que le provoca recordar, reflexiona, intenta sonreírle al pasado para enfrentar su futuro.
Hugo Arrevillaga e Ingrid Cebada hacen la adaptación escénica de la novela homónima de Alaíde Ventura Medina, obra que le mereció el Premio Mauricio Achar/ Literatura Random House en 2019. Un poderoso texto escrito desde las entrañas, la autora narra con un personaje, el dolor emocional que induce un padre a su familia. Las heridas que los golpes provocan con el tiempo desaparecen, infligir el alma, nunca.
Bajo la dirección de Hugo Arrevillaga, la puesta en escena traslada todo el peso emocional que el personaje carga. Con la sensibilidad que lo caracteriza aborda el tema; mueve a su actriz dentro de un cuadrangular que aprisiona sus sensaciones y vivencias; movimiento equivalente al cúmulo de emociones que la protagonista extiende por el espacio teatral.
Patricia Loranca actúa el unipersonal, logra un gran trabajo pleno de matices. La hermana de Julián vive en ella, hurga en lo más profundo de su ser, le extrae todo aquello que la hace vibrar, la sacude, la tira al piso; llora con su personaje, con su hermano ausente…con la vida. Patricia entiende bien a la protagonista, hace sentir al espectador que es ella, y son sus recuerdos. Sin duda es una espléndida actuación.
La puesta en escena se toma casi dos horas de función, quizá un poco largo para un monólogo. Un desafío para la actriz aprenderse al personaje y mantener el ritmo. La narración se adereza con canciones que se abrazan al relato, otro reto para la actriz. Finalmente una obra debe durar el tiempo que sea necesario, dejemos la inmediatez fuera del recinto teatral.
Escenografía, Aurelio Palomino; iluminación, Abigail Cinco y Aurelio Palomino; vestuario, Patricia Loranca; grabación de pistas, Kenji Kishi. Las funciones son en El Círculo Teatral los martes de octubre a las 20:30 horas.
