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ESTO NO ES LO QUE PARECE

Por Jaime Rosales


Ya desde el título de la obra se alude a la apariencia, a lo que parece algo, pero es otra cosa: un "cauteloso engaño del sentido", para decirlo con palabras de la monja jerónima. En el contexto de Esto no es lo que parece, de Isabel Toledo, eso que no parece lo que es resulta una crítica no tanto a la fragilidad del juicio humano o a lo falaz de los sentidos, o a la concepción barroca de que el mundo es un teatro de apariencias. Un poco todo eso, pero sobre todo alude a una especie de deconstrucción, en el sentido de ir más allá de las estructuras conocidas y tratar de ponerlas en crisis, pues se mueve en los márgenes del paradigma de la puesta en escena.


ESTO NO ES LO QUE PARECE. Foto Ricardo Castillo
ESTO NO ES LO QUE PARECE. Foto Ricardo Castillo

En efecto, se trata de una propuesta con cinco mujeres --no intérpretes porque no representan personajes sino a ellas mismas-- ejecutantes podría llamárseles más bien, que ensayan a mirarse a sí mismas despojadas de los modelos y discursos entronizados acerca de la mujer. Y esas miradas son como un juego de espejos entre ellas mismas: cada una mostrará una fotografía en proyección multimedia, casi siempre en la niñez y, como ellas dicen, en plena libertad corporal, en la que tejen una narrativa a propósito de la imagen: qué están haciendo, qué le recuerda, quienes aparecen y en qué lugar. Luego resultará que quien describió la foto no es la que ahí aparece, sino que es otra que referirá la historia real y que le preguntará a una tercera por qué escribió la descripción leída.


Lo que la dirección de Isabel Toledo y su equipa ponen en juego en esta especie de caleidoscopio es precisamente el quid del planteamiento escénico: cómo percibimos y cómo somos percibidos; la producción de sentidos de que es capaz la subjetividad de la mirada, y cómo pueden crearse nuevas formas de mirar que cuestionen las representaciones hegemónicas casi siempre heteronormadas que imponen una sola forma de interpretar o visualizar la realidad, y que han dado pie a diversos tipos de violencia como la estética, esa que juzga sobre los cuerpos.


En este desafío a la cultura visual dominante, la escena se puebla, no de palabras sino de silencios; no de acciones sino de presencias. Una intérprete (Karen "Sawi"Basurto) sale con una tostadora de pan que coloca en el piso y se recuesta; otra (Daniela Luque) llega con una bicicleta y parsimoniosamente la coloca ruedas para arriba y con el pedal pone en movimiento la rueda delantera. Una más (Edurne Goded) permanece en el piso observando, absorta e hipnótica, un pequeño reloj de arena, en tanto que su compañera (Tae Solana Shimada), sentada, mira la grabadora que en un anacronismo notable, reproduce de un cassette la música que da fondo a la escena. Al fondo, Michelle Menéndez despliega, una a una, cartulinas con los nombres de quienes participan en este dispositivo.

ESTO NO ES LO QUE PARECE. Foto Ricardo Castillo
ESTO NO ES LO QUE PARECE. Foto Ricardo Castillo

En otro pasaje, reunidas en círculo se cuentan cosas que solo ellas saben: ríen, disuelven la reunión, deambulan por el espacio escénico, se sientan, se recuestan. Todo en silencio y así permanecen otro largo rato. Así como hay obras texto-céntricas (las tradicionales en las que prima el diálogo y la palabra), esta bien podría considerarse silencio-céntrica, aunque Toledo, la directora, aclara que más que silencio lo que pretenden es un efecto contraintuitivo para dislocar el presupuesto de que la escena debe entretener.


Y esa temporalidad extendida, en la que el tiempo transcurre sin que pase nada, que podría contravenir aquello de que el drama es acción, es otra provocación para que los espectadores puedan mirar desde otros códigos distintos a los tradicionales, como el desafío a esa inmediatez en que vivimos y en la que siempre debe estar sucediendo algo. Aquí lo que se propone es otra forma de habitar el tiempo, otra forma de ser espectador y otras maneras de ver más allá de las visiones hegemónicas


La apuesta es arriesgada porque uno de los referentes a que apunta la propuesta de Esto no es lo que parece es la noción de ´políticas de la mirada´ relativa a cómo se gestionan y regulan los procesos de visibilidad o invisibilidad en la sociedad. Y al hecho de cómo esos regímenes de visualidad pueden imponer una única forma de interpretar o visualizar la realidad, y a partir de ello, generar formas de dominación, exclusión y opresión como se ha ejercido precisamente sobre el cuerpo de las mujeres, lo cual queda expuesto en esta pieza.


Esto es lo que la escena propone; ya después vienen las interrogantes acerca de si la interacción del público con lo que mira lleva a que se produzcan o decodifiquen los sentidos propuestos en términos de la experiencia del propio espectador, y el tipo de relación que se fomenta entre este y la obra.


Esto no es lo que parece surgió de un laboratorio de investigación iniciado por las intérpretes en 2021, durante la pandemia de Covid-19, con el propósito de indagar cómo la violencia estética atravesaba en la experiencia de cada una haciéndolas sentir como desterradas de sí mismas. De hecho el diseño del espacio, a cargo de Natalia Sedano (quien también se encarga del diseño de iluminación y vestuario) está construido por porciones de jardín colocados en distintos puntos del escenario, con lo que se alude a los espacios de belleza a los que no pueden acceder los cuerpos fuera del canon.


La obra es una coproducción de Pentimento Teatro y Teatro UNAM, en la que participan en el equipo creativo, además de las mencionadas, Miriam Romero León, en el diseño de multimedia, y Macarena Romera con la música original.


La apuesta está ahí para quien quiera adentrarse en ella en el teatro Santa Catarina, de jueves a domingo, desde el 9 de agosto y hasta el 20 de septiembre. 


ESTO NO ES LO QUE PARECE. Foto Ricardo Castillo
ESTO NO ES LO QUE PARECE. Foto Ricardo Castillo

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