Por Roberto Sosa López
Podría ser en un museo, una fábrica o un hospital. Juana se maravilla ante una obra de Matisee, el cuadro la deja absorta, admirada; Altagracia custodio del museo le indica que ya se debe retirar, es hora de cerrar el recinto. Entre ambas surge una conversación que las hace confiar una de la otra; se revelan intimidades. En una fábrica Aurelio y Ramón conversan, el tema son las mujeres, uno es machista y misógino, el otro un pusilánime.
En un hospital convergen Juana y Aurelio, tienen una hermana enferma de cáncer. Resentimientos y odios entre los hermanos permea la conversación. De vuelta a la fábrica, Ramón escucha una conversación comprometida de Julio César, un oscuro personaje que lo amenaza muerte sino vende la droga que le dio. Altagracia y Aurelio sostienen una tormentosa relación amorosa que los lleva al límite.
En una fría noche en Nueva York, cinco migrantes articulan la historia. La autoría es del dramaturgo español Marco Magoa (Madrid 1972), su texto entrelaza la vida de cinco expatriados, un drama realista que atrapa. Magoa construye sólidos personajes que descubren sus carencias emocionales en una noche neoyorquina. La tensión dramática está en los cinco personajes y el ámbito en el cual se desenvuelven.
Bajo la dirección de Eduardo Córdoba la puesta en escena conjunta acertadamente dramaturgia y actuaciones; equilibra los elementos que la componen. Concatena adecuadamente las escenas, se recarga en el trabajo de los actores y aprovecha el reducido escenario para acercar el infortunio y adversidad de los personajes. Con su labor la tragedia desborda el escenario.
Las actuaciones –en la función que vi- fueron con Tania Noriega (Juana), Ernesto M. Agraz (Ramón), Joselyn Amaya (Altagracia), David Guevara (Aurelio) y Eduardo Córdoba (César). La complejidad de cada personaje está bien resuelta; color, solvencia, entrega y aptitud son elementos bien esgrimidos por este elenco que demuestra pasión por el teatro. Están en su personaje, lo cual hace verosímil lo que sucede a cada uno en esta historia.
Como espectador uno agradece ver teatro de este calibre, bien montado con un poderoso texto. Los protagonistas migran de su país para salir de la miseria económica, pero caen en la miseria emocional. Una helada noche en Nueva York es el marco para una tragedia, a los personajes los mueven sus pasiones, ya sea por el arte, dinero, sexo o las relaciones destructivas.
Escenografía e iluminación, Aurelio Palomino; vestuario, Ernesto M. Agraz y Ann Carbajal Hernández; diseño sonoro, Ernesto M. Agraz. La obra se estrenó en El Cairo a petición de la embajada de EE.UU. en Egipto. En el continente americano Los Abraham y Caracoles Teatro la estrenan en el Centro Cultural El Hormiguero los jueves y sábados a las 20:00 horas hasta el 16 de noviembre.
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