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Los últimos días de Judas Iscariote

Por Carmen Zavaleta 


Los últimos días de Judas Iscariote bajo la dirección de Marco Vieyra es una obra que apuesta a lo grande: a partir del punzante texto de Stephen Adly Guirgis (Nueva Jersey, 1965), plantea la traición y el temor como motores de nuestras acciones, y  lo hace a través de las figuras de Judas y Jesús, al margen de la religión y al borde de lo humano. 


El resultado es un buen trabajo en el que la dirección emplea acertadamente recursos técnicos y las herramientas actorales de su equipo para construir un montaje contemporáneo que defiende un discurso radical desmitificando a sus protagonistas, características del teatro  de Vieyra.


Los últimos días de Judas Iscariote. Foto Ricardo Castillo
Los últimos días de Judas Iscariote. Foto Ricardo Castillo

La acción se desarrolla en Esperanza, un tribunal del Purgatorio, ahí suspendidos entre el cielo y el infierno se dan  cita  la abogada defensora Fabiana Aziza Cunningham y el fiscal Yusef El- Fayoumy, ante el Juez Littlefield, abriendo el caso de Judas Iscariote quien durante la historia entera de la humanidad después de Cristo ha habitado entre las sombras, ausente y lleno de dolor. 


En el estrado se darán cita Sigmund Freud; Santa Mónica; Poncio Pilatos; la Madre Teresa de Calcuta, María Magdalena, Santo Tomás; y hasta el mismísimo Satán. Lo interesante del texto es que, al mejor estilo del tribunal, cada personaje no solamente hablará del Jesús que conoció, también plantearán los argumentos de cómo se tejió la red de intereses y arrepentimientos que llevan a Judas a convertirse en mayor traidor de la historia; mientras cuestionan la Fe, como un hecho que cada uno construye. 


En la dramaturgia de Stephen Adly Guirgis se reconocen un gran acierto y un enorme problema. El acierto es dotar a las y los protagonistas del más puro sabor popular, la traducción de Sebastián Silveti y Federica Rangel, mantienen esta rasgo importantísimo de la propuesta pues las personalidades exacerbadas y las circunstancias llevadas al límite,  son un punto clave para establecer el tono de comedia de la obra, ¿o a quién no le parece delirante ver a Santa Mónica como la dueña  y señora del barrio mientras habla de cómo su retoño fundó la religión católica?


En contraparte la falla del texto es que la acción se estanca, si bien cada personaje da información importante sobre el caso, el arrepentimiento o la posibilidad del perdón, llega un punto en el que la historia no progresa (especialmente en el primer acto) y la tensión dramática no se construye, dejando a Judas en la nada.

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Escénicamente la dirección propone un espacio neutro, habitado por el acertado diseño de iluminación de María Vergara y la escenografía de Emilio Zurita, quienes construyen  un purgatorio contemporáneo, en el que el elenco recrea - casi como en una instalación de museo- imágenes que remiten a La última cena, o el suicidio de Judas. Los contrastes de la iluminación se conjugan con la música original y el diseño sonoro de Rodrigo Castillo Filomarino, quien  con su propuesta evoca en el público la contundencia de la pérdida de la libertad. 


Las actuaciones son de Silverio Palacios, Enrique Arreola, Nailea Norvind, Sebastián Silveti, Pedro de Tavira, Mónica del Carmen, Francisco Rubio, Yessica Borroto, Luis Fernando Peña, Federica Rangel y Baruk Serna, quienes asumen la propuesta de la dirección con energía y ponen sus cuerpos,  voz y emoción al servicio de la puesta. El vestuario es de Ludmila Ramírez Troccoli  y la Producción de Casa Spanda, Ana Mancera, Sebastián Silveti y Federica Rangel.


Con todos estos elementos Los últimos días de Judas Iscariote plantea una idea interesante: la noción de Dios como la responsabilidad de nuestros actos. Según el Diccionario del Español de México, la responsabilidad es la “condición de la persona que, en situación de libertad, se hace sujeto de obligación en lo que respecta a los actos que realiza y puede dar cuenta de ellos: tener responsabilidad, aceptar responsabilidad, la responsabilidad de una buena obra, la responsabilidad de un error”;  es aquí donde radica el conflicto dramático de los personajes.


La puesta se presenta en el Teatro Helénico los viernes a las 20:00 horas, sábados a las 19:00 horas, y domingos a las 18:00 horas.

Los costos de los boletos son de $720 y $504 en la Planta baja, y de $360 en la Planta alta; Las entradas se pueden adquirir en las taquillas del Centro Cultural Helénico, ubicado en avenida Revolución 1500, o a través de la página helenico.gob.mx y mexicoescultura.com.


Los últimos días de Judas Iscariote. Foto Ricardo Castillo
Los últimos días de Judas Iscariote. Foto Ricardo Castillo

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