Por Roberto Sosa López
Fue un misionero católico jesuita, matemático y cartógrafo italiano, la Compañía de Jesús lo destinó a China donde pasó casi treinta años predicando el cristianismo. El 24 de marzo de 1578 parte de Lisboa una expedición de 14 jesuitas con destino a Goa, colonia portuguesa. Su misión era expandir el conocimiento de las escrituras y la presencia del catolicismo entre la corte y la sociedad china.
Después de tres años de ausencia por la pandemia un grupo de actores entran a un teatro, ahí está todo aquello con lo que habrían de hacer la representación. El Covid – 19 detuvo todo, se tuvieron que guardar en casa y esperar. Hoy están de vuelta sobre un escenario, retoman el proyecto con público en las butacas y con el deseo de hacer teatro. Con esta dinámica y de esta forma dio inicio la función.
La obra nos lleva de la mano con el jesuita Matteo Ricci en tiempo y distancia; la historia narra las vicisitudes que este grupo de misioneros viven en tierras lejanas; es el encuentro con el idioma, cultura y la intolerancia. La dramaturgia hace lapsos en el tiempo para volver al presente y representar lo que sucedió con otros clérigos en Chihuahua, México en junio de 2022, el asesinato de Javier Campos y Joaquín Mora, sacerdotes jesuitas ultimados a tiros por José Noriel “El chueco”, dentro de una iglesia.
La puesta en escena no cuenta con una escenografía exprofeso, las provincias, paisajes y lugares por donde transitan los personajes y se desarrolla la historia son figurados con maquetas y proyecciones en grandes pantallas que están sobre el escenario. Los actores al inicio se presentan como son en un día normal; después se visten, caracterizan y se presentan usando máscaras. Su identidad se pierde, la corporalidad es el medio para la representación. La producción incorporó el uso de marionetas y animación.
La dramaturgia la comparten Luis de Tavira, Jorge A. Vargas, José Ramón Enríquez y José María de Tavira. La dirección es Luis de Tavira adjunta con José A. Vargas. Cofradía que reúne conocimiento y experiencia en temas como el que aborda la obra. Cabe recordar que Matteo Ricci es la última de una trilogía producida por Enrique González Torres, S.J., inició con La expulsión (2011) y siguió con El corazón de la materia (2018).
Las actuaciones son de Esther Orozco, Rocío Leal, Alejandra Garduño, Patricia Yáñez, Valentina Manzini, Ricardo Leal, Héctor Holten, Andres Weiss, Adrián Aguirre y David Martínez Zambrano.
La realización de este proyecto contó con la participación de un gran equipo creativo: diseño de escenografía, iluminación y video, Philippe Amand; vestuario, Carlo Demichelis y Jerildy Bosch; diseño de autómatas y máscaras, José Pineda; diseño sonoro y musicalización, Joaquín López Chapman, Jesús Cuevas y Pedro de Tavira.
La estética de Matteo Ricci me recordó El Círculo de Cal, que también dirigió Luis de Tavira; máscaras, tono y movimiento escénico tienen parecido. Su teatro es de largo aliento, es sentarse a ver y dejar que transcurra lo que sea necesario, sin prisas. Observar con detenimiento el desarrollo para que el intelecto se adhiera con la ficción.
Le quedan funciones hasta el 11 de junio en el Teatro de Las Artes Artes del Centro Nacional de las Artes, de miércoles a viernes a las 19:00, sábados y domingos a las 18:00 horas.
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