UN LUGAR SIN FIN
- Roberto Sosa López
- 15 mar
- 1 Min. de lectura
Es el que habitan las y los desaparecidos. Una chica al parecer excursionista cae dentro de una fosa, cómo muchas otras que existen el territorio mexicano. Ahí están las almas de quienes fueron desaparecidas. El lugar está lleno de zapatos y ropa de aquellos que son buscados, objetos de gente extraviada; sus almas se manifiestan ante una joven como ellas y él, y siente sus presencias.

La danza es el arte de la expresión corporal, el lenguaje sin palabras. La potencia de las coreografías nos sacuden y atraviesan; no hacen falta los diálogos para sentir lo que se expresa a través de la corporalidad. Las escenas con la ropa y zapatos tirados en el piso tienen una gran resonancia y pertinencia en estos momentos con lo sucedido en el Rancho Teuchitlán, Jalisco.
La obra es un grito en silencio, una expresión artística poderosa donde el escenario reproduce una dolorosa realidad. La iluminación es un personaje más que se abraza a este doloroso contexto. En un país donde no paran las muertes y los desaparecidos en manos del crimen organizado, seguirá siendo un tema recurrente. “No nos callaremos…” fue el mensaje final de la representación. Después de ver esto, no se sale del teatro igual, seguro.
Un lugar sin fin es un espectáculo de Sara Montero y la Compañía Iridiscente Producciones. Se presenta en el marco Tiempo de Mujeres Festival por la Igualdad. Le quedan funciones hoy y mañana en el teatro Benito Juárez. Es en verdad una obra imperdible.

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